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CALENDARIO

 En la dulzura de lentitud de siglos pasados, mucho antes del teléfono y cuando telégrafo era el milagro tecnológico de comunicación presente solo en ciudades, en los pueblos para enviar un mensaje se necesitaba una pluma y tinta, un sobre y sello y mucha paciencia. Para recibirlo se necesitaba un cartero, persona, la que en aquella época tenia una pequeña oficina en un pueblo lejano, con su piso en planta superior. Era sitio el que era mucho mas que donde entregar un envío. Era sustituto de prensa, con importantes noticias y comunicados colgados en sus paredes y, lo mas importante, en su pequeño escaparate se encontraba expuesto el calendario, en gran mayoría de casos el único en todo el pueblo. Lo traía el cartero antes de Navidad andando como cada mes hasta la ciudad y se quedaría en su sitio en el escaparate para que el pueblo vive su vida según él. Nevaba aquel día en las vísperas de Navidad cuando José el cartero antes de madrugada y todavía de noche por el estrecho camino comenz